martes, 24 de abril de 2012

El bullying en Guatemala


El bullying en Guatemala

De los cientos de casos de bullying en Guatemala que ha escuchado en su consultorio, el de los niños de kínder que querían asesinar a su compañerito es de los primeros que se le vienen a la mente. Eran niños de 6 años que planearon ahogar a su compañero en la piscina del club donde celebrarían un cumpleaños. La razón: les caía mal. Una madre escuchó el macabro plan y aunque creyó que se trataba de una invención peliculesca se acercó a la piscina, por si acaso.

Encontró a los chicos tratando de amarrar al indefenso niño a una silla para tirarlo al agua.


No es el único caso de intento de asesinato entre niños de preprimaria que ha conocido Guido Aguilar, uno de los psicólogos expertos en acoso escolar –o bullying– más consultados del país. También llegó a su clínica el caso de los preescolares que querían matar a su compañero metiéndole la cabeza en una pileta y el de las 15 adolescentes expulsadas de un colegio capitalino por desnudar a una compañera, encerrarla en un aula y llevarse su ropa.



En Guatemala, tres de cada cuatro niños ha sufrido algún tipo de agresión escolar, según un estudio publicado recientemente por la Dirección General de Evaluación e Investigación Educativa (Digeduca) del Ministerio de Educación. Es la primera vez que la cartera educativa se interesa en estudiar el acoso escolar. Anteriormente sólo se había abordado a través de tesis universitarias que evaluaron pequeñas poblaciones y encuestas en colegios privados. Se sabía que el bullying existía –aquí y en todo el mundo–, pero se desconocía cómo y en qué medida afecta a la población estudiantil nacional. Aunque los resultados sólo abarcan la capital, hay en proceso otros estudios que incluirán a la población estudiantil de todo el país.


La investigación de la Digeduca fue publicada en 2010 y reveló que el 77 por ciento de los escolares capitalinos, niños y niñas y colegios y escuelas por igual, ha padecido al menos uno de los 6 tipos de agresión más comunes: agresión física, verbal, grupal, exclusión social o amenazas. La más reportada fue la verbal y la exclusión. El estudio se hizo entre 1,232 estudiantes de sexto primaria de 38 establecimientos públicos y privados escogidos aleatoriamente.


El bullying es un fenómeno presente en las escuelas de todo el mundo y no es nada reciente. Hasta hace algunas décadas era considerado como un comportamiento “normal o común” entre los escolares. Sin embargo, el incremento de la violencia juvenil obligó a prestarle más atención a lo que tradicionalmente se creía que era parte del lenguaje y comportamiento infantil. El término bullying fue acuñado en 1973 por Dan Olweus, un noruego considerado el pionero de la investigación sobre este fenómeno, y luego fue adoptado en todo el mundo. En español ha sido traducido como acoso, hostigamiento, violencia escolar, maltrato o agresión.


Las investigaciones europeas y estadounidenses dan cuenta de que entre el 10 y el 20 por ciento de la población mundial sufre bullying. En Guatemala el porcentaje, según la Digeduca, es de 21 por ciento; o sea, uno de cada 5 niños sufre de agresiones severas, pero el 77 por ciento padece acoso leve.
El perfil del acosador

La mayoría de personas enfrentó durante su vida escolar un mote o un escarnio, pero no todas experimentaron el bullying. Un estudio de Olweus de 1998 menciona que el 75 por ciento de la población estudiantil tiene un atributo por el cual puede ser molestado. Puede ser una característica física como usar anteojos, tener sobrepeso o poca o mucha estatura; o intelectual como exceso o escasez de inteligencia. Sin embargo, no todos llegan a ser víctimas de bullying.

Sólo aquellos que llenan ciertas características de vulnerabilidad e indefensión.


El bullying es ante todo un abuso de poder, lo resume Carmen Lucía Cordón, una psicóloga clínica que hace 3 años recorrió Guatemala dando un total de 28 charlas a establecimientos sobre el bullying y la manera de abordarlo a través de una campaña que promovió la revista juvenil Aula 2.0.


La línea entre las bromas infantiles y el bullying suele ser para muchos confusa, principalmente para los adultos. Pero quienes han estudiado este fenómeno consideran que existe acoso escolar cuando a un estudiante le dicen repetidamente cosas desagradables o hirientes (apodos o insultos), cuando lo ignoran o lo excluyen del grupo, cuando le pegan, lo empujan, toquetean, patean o encierran, o le dañan o quitan sus pertenencias, y cuando le levantan falsos rumores o divulgan su vida a través de notas físicas o medios electrónicos.


Las conductas agresivas que detectó la encuesta de Digeduca entre los estudiantes capitalinos guatemaltecos son encabezadas por la agresión verbal seguidas por la exclusión social (52 y 46 por ciento). Lo preocupante, cita el estudio dirigido por Andrés Gálvez-Sobral y Maricarminha Castellanos, es que si estas conductas no se controlan son las que dan paso a las amenazas y a la agresión física.


El bullying se da desde los primeros años escolares hasta el diversificado. Sin embargo, los años en que el acoso es más intenso y frecuente es entre los 11 y 14 años, ha detectado Cordón en la práctica profesional. Entre esas edades, esta psicóloga ha conocido casos como el de una adolescente a la que todos sus compañeros de clase le dejaron de hablar por un mes y cayó en una profunda depresión, y al chico que le quitaron la silla y al caer se quebró la columna vertebral. Sus compañeros, además de reírse, colgaron el video en Youtube.
Las charlas no bastan

La unidad de producción de televisión del Procurador de los Derechos Humanos (PDH) lanzará este semestre una campaña para informar sobre qué es el bullying y cómo abordarlo. Con el apoyo de Digeduca y de Guido Aguilar distribuirá a través de sus oficinas en todo el país material audiovisual sobre el acoso en las aulas.


Aunque el país ya está dando pasos sobre el tratamiento del bullying, aún hay mucho desconocimiento y negación del problema. “Es muy poco lo que se hace”, opina Aguilar, quien ha impartido más de 60 charlas, talleres y seminarios sobre el fenómeno. Muchos colegios aún niegan los casos de bullying en sus instalaciones o los minimizan y los programas que manejan algunos no son constantes o se limitan a charlas ocasionales.


El estudio de Digeduca concluye en que la violencia de la sociedad guatemalteca se manifiesta en el sistema educativo y que los centros educativos están fallando al no poder brindar un lugar seguro para el desarrollo integral de los estudiantes.


“Las charlas y talleres son buenos, pero se abusa de ellos y hay que ir más allá de eso”, acota María del Pilar Grazioso, directora de la Maestría en Consejería Psicológica y Salud Mental de la Universidad del Valle (UVG). Se refiere que ya se da información sobre el bullying, pero no se está trabajando en un proceso de cambio, en programas de prevención, de modificación de comportamientos y de disminución de los niveles de violencia.


El colegio Capouilliez implementó desde hace cuatro años un programa de prevención del acoso escolar que va más allá de las charlas. A partir de una encuesta entre los alumnos de tercero primaria a quinto bachillerato sobre el bullying, el plantel desarrolló un programa que incluye los mecanismos para identificar agresiones y denunciarlas. Ha impartido talleres, seminarios y foros a maestros, alumnos y padres, así como al personal administrativo y operativo del colegio, incluyendo los monitores de los buses. Se proyectan películas y se promueve el lema “Cero tolerancia a la agresión”. “Los resultados han sido muy positivos, todos saben qué es el bullying, qué consecuencias tiene y cada vez se denuncia más y se tolera menos”, cuenta la psicóloga y orientadora Yolanda de Cobos.


Aunque en los colegios el acoso se atiende cada vez más, en el sector educativo público, el conocimiento y tratamiento del bullying es casi nulo. Un estudio de Digeduca que se publicará en este semestre evaluó a los estudiantes de magisterio de 5 escuelas normales capitalinas (los futuros educadores) y detectó que sólo en 3 de ellas los alumnos sabían qué es el bullying, aunque el 18 por ciento dijo padecerlo.


En las escuelas de áreas conflictivas el problema se agudiza debido a las pandillas, opina Hellen Muñoz, psicóloga y docente de la Universidad Rafael Landívar. Hay aulas en las que el escolar amenaza a sus compañeros o al maestro con pedazos de vidrio o con armas blancas, o con su hermano pandillero. Es una arista del bullying que aún no se ha estudiado, destaca.
De agresor a inadaptado

Un libro titulado “Aprender sin miedo”, citado por uno de los estudios de la Digeduca, menciona una investigación entre niños con leucemia a los que se les preguntó cuál había sido la peor experiencia de dolor y la mayoría respondió que eran las burlas por su apariencia al regresar a estudiar, más que el tratamiento contra el cáncer.


La víctima de bullying es una persona indefensa debido a la desigualdad de poder, se siente diferente a los demás y sin derecho a exigir. El hostigamiento severo y prolongado puede generar niños con baja autoestima, retraídos y desconfiados, rencorosos, resentidos, deprimidos y con tendencias suicidas. También les genera sensación de fracaso lo cual se deriva en bajo rendimiento escolar, una de las principales señales del bullying. Actualmente no se dispone de información en Guatemala de cuántos alumnos abandonan o repiten el grado debido al hostigamiento escolar.


Aunque muchos niños acosados “florecen” en la universidad al encontrar personas más afines a ellos, otros llegan a la edad adulta con los mismos problemas. “Aprenden a no brillar para pasar desapercibidos o tratan de cobrar venganza y son los que vemos protagonizando matanzas en las escuelas de Estados Unidos”, acota Aguilar.


Del lado de los agresores, hay estudios que aseguran que en la edad adulta un gran porcentaje se ve involucrado en hechos delictivos y tiene problemas para adaptarse en la sociedad. Lo que Cordón ha observado es que se convierten en adultos con poca empatía hacia los demás y pobre inteligencia emocional. Pueden ser personas violentas o con pocos escrúpulos. En Guatemala, uno de los “tratamientos” que se le ha dado al bullying es cambiar al niño agredido de colegio, pero en países europeos se ha legislado para que sea el agresor el que deba retirarse del plantel, no la víctima. No atender al agresor puede ser uno de los principales errores para la sociedad, opina Gálvez-Sobral en las conclusiones del estudio que midió la percepción sobre el bullying entre los futuros docentes. “Hay que verificar por qué agrede”, señala Muñoz, la psicóloga docente. La mayoría de agresores ha sido víctima en su hogar y aunque no es injerencia del colegio ese ámbito puede influir para que el niño reciba tratamiento, incluso condicionar su permanencia en el plantel.


Por parte de los observadores o testigos del bullying son alumnos que pueden desarrollar falta de sensibilidad y de solidaridad y aumenta el riesgo de que en el futuro ellos puedan ser agresores porque aprenden que alinearse con alguien dominante da estatus. O puede dejar sentimientos de culpabilidad por no haber defendido a una víctima, debido al temor de ser agredidos.


Las recomendaciones de los estudios de la Digeduca se centran en la necesidad de poner en marcha programas de capacitación para el docente, para que pueda identificar, asesorar y encauzar los problemas de agresividad que identifique en el aula. Pero también se sugiere que todos los miembros de la comunidad educativa se involucren en la denuncia y la prevención.


Siempre que se aborda el acoso escolar, los adultos, que quizá crecieron con apodos y peleas entre compañeros, suelen preguntar qué es y qué no es bullying. Los expertos lo resumen en una frase: “Cualquier agresión constante que le genere dolor al niño lo es”. No importa si es un apodo o un golpe. Y no importa si así crecieron sus abuelos y sus padres. “No tiene que ser así siempre”, dice Muñoz.





El fenómeno de bullying o intimidación suele aparecer desde el sentido común y desde los medios de comunicación como el paradigma para comprender las agresiones en el contexto escolar, y como tal, a ratos todo acto de agresión en la escuela parece quedar cubierto bajo el amplio paraguas que aguanta el concepto. Al respecto, es necesario precisar el fenómeno de bullying para que adquiera sentido y utilidad. Éste es solo parte de una realidad mucho más amplia que es la violencia escolar.

Bullying

Es muy delgada la línea entre las bromas infantiles y el hostigamiento. Definir ese límite y evitar el bullying es una tarea en la que Guatemala comienza a dar los primeros pasos.

De cada 4 escolares guatemaltecos 3 han sufrido acoso escolar.

Mitos y malentendidos

• El bullying es cualquier tipo de agresión en la escuela. No, el bullying es sólo un tipo de agresión dentro de muchas otras que también existen en la escuela.

• El bullying es un problema exclusivo de los estudiantes. No, existen situaciones al interior de la escuela donde hay asimetría de poder y hostigamiento sostenido, donde no están exclusivamente involucrados estudiantes, como es el caso del hostigamiento sostenido de profesores a estudiantes, por ejemplo.

• No existe bullying en los colegios. Se suele creer que algunas de las expresiones de bullying son sólo juegos o chistes entre estudiantes. Sin embargo, la intimidación no es un fenómeno nuevo y existe en todas las escuelas. Muchos de los que ya somos mayores recordamos cuánto molestaban, hostigaban e intimidaban permanentemente a algún compañero o compañera por su físico, por tener rasgos afeminados, por su retraimiento, por mostrar dificultades en sus habilidades sociales, por raramente lograr defenderse a sí mismo, etc.

• Las características físicas son las que explican el bullying. No, un o una estudiante no se transforma necesariamente en víctima por poseer ciertas características físicas, como el sobrepeso, usar anteojos, vestirse diferente, hablar dialectos. El bullying es producto de un tipo de relaciones, donde a un sujeto se le marca la ausencia de una característica o condición esperada o la presencia de otra que no es socialmente valorada. Una vez que una víctima ha sido elegida, cualquier característica puede ser utilizada para hacer operar el bullying.

• El bullying forma parte del crecimiento. Se cree que te enseña a enfrentar mejor la vida, que favorece la construcción del carácter y la personalidad. Te ayuda a ser más fuerte y tienes que aceptarlo. Muy por el contrario, el bullying puede derivar en trastornos de personalidad muy severos.

• Algunos padres suelen recomendarle a sus hijos o hijas: "pégale un combo, así nunca más te va a molestar"; "ignora el hecho y te van a dejar tranquilo (a)"; "no acuses a los intimidadores, porque te van a molestar más". Estas sugerencias lo único que hacen es reforzar y mantener el bullying en las escuelas.

• Algunos estudiantes suelen decir: Yo nunca intervengo en los problemas de mis compañeros o compañeras; ellos/as tienen que aprender a solucionar sus problemas solos/as; si me meto me van a intimidar también a mí. No intervenir es un rasgo muy poco ciudadano, irresponsable y poco solidario.

• Hay quienes atribuyen el bullying a causas que no están científicamente probadas: "sólo los niños/as que asisten a escuelas/clases numerosas sufren de intimidación", "el bullying es propio de colegios pobres"; "la competencia por las notas es una de los causantes de la intimidación"; "algo debe estar haciendo para que lo/la molesten". "Quizás se lo merece". Todas son creencias que la investigación ha desechado oportunamente.


Empleamos el término bullying en la escuela para connotar un comportamiento agresivo o el acto intencional de hacer daño a algún/a otro/a, que se lleva a cabo de forma constante durante un período de tiempo y en el cual existe una relación interpersonal caracterizada por una asimetría de poder.

Por tanto, para que un acto de agresión sea una expresión de bullying se requiere que la agresión se sostenga en el tiempo y que entre los involucrados (víctima/agresor) haya una diferencia de poder. Un acto eventual y único, por muy brutal que sea -como el reciente caso de la profesora del colegio Pierre Teilhard de Chardin, acuchillada por uno de sus estudiantes- no es bullying. Tampoco lo es por cierto, una pelea entre compañeros de igual fuerza y poder o una escaramuza entre pandillas o grupos.

El hostigamiento tiene que ser permanente en el tiempo y como tal puede utilizar diversos soportes para ejercerse, los cuales, en la mayoría de los casos, suelen entremezclarse:

soporte físico (golpes, empujones, robos);
soporte verbal (insultos, amenazas);
soporte relacional o indirecto (exclusión social, rumores) y,
el soporte digital (agresiones vía web, celulares, etc.).

Ninguno de estos actos de forma individual y exclusiva puede considerarse bullying, a no ser que uno o más de ellos se presenten consistentemente en el tiempo.

AGRESIONES

Las consecuencias en la víctima del bullying pueden ser tanto físicas como psicológicas y en muchos casos, pueden ser permanentes en el tiempo. Algunas investigaciones refieren desde daño físico como moretones, pérdidas en el patrimonio personal de los estudiantes, hasta severas consecuencias en la salud mental a futuro, como depresiones severas, trastornos de ansiedad y/o estrés post traumático, e incluso el suicidio, como fue el caso en Iquique de la estudiante Pamela Pizarro en el año 2003.

Las múltiples investigaciones existentes muestran que el bullying es un problema real y grave en las escuelas; independientemente de los países, del tamaño de los establecimientos, de la diversidad cultural, del nivel socio-económico de los estudiantes o de la dependencia educacional de los colegios. Es un problema transversal en la escuela de nuestros tiempos .

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