domingo, 4 de septiembre de 2016

¿CÓMO SE ORIGINAN LOS NOMBRES DE LOS DEPARTAMENTOS?

Los departamentos y sus nombres
¿Alguna vez se ha preguntado el por qué de los nombres de los departamentos de Guatemala?, cada uno tiene su significado, los cuales le compartimos a continuación.
Los nombres de los departamentos podrían ser motivo de polémica para muchos, ya que la costumbre, la educación, las municipalidades o la tradición oral enseñan que cada lugar significa algo en lo cual no siempre coinciden.
La mayoría de los vocablos que dan nombre a los departamentos se encuentran en náhuatl, lengua de los aztecas. (Ilustración: Billy Melgar)
Para empezar, hay que destacar que la mayoría de los vocablos que dan nombre a los departamentos de Guatemala —22 en la actualidad— se encuentra en náhuatl, lengua de los aztecas y de los tlaxacaltecas.
La razón es sencilla: los tlaxacaltecas se aliaron con los españoles para evitar que fueran conquistados por los aztecas, y cuando los íberos les preguntaban cómo se llamaba tal zona en la que acaban de vencer a los indígenas, traducían el nombre a su lengua, al náhuatl. Sin embargo, la “nahuatlización” de algunos nombres ocurrió antes de la llegada de los conquistadores españoles.
Según Jorge Luis Arriola, autor de El libro de las geonimias de Guatemala, la mexicanización de los nombres geográficos del país sucedió en el siglo X de nuestra era, cuando apareció en el altiplano la influencia dominadora de los habitantes del hoy territorio mexicano.
El historiador Aníbal Chajón, del Centro de Estudios Folclóricos, explica que solo se saben con certeza tres nombres que ya se habían mexicanizado antes de la conquista: Utatlán, que sería Q’umarka’aj (hoy Santa Cruz de Quiché), que significa lugar de la vara; Guatemala (la traducción náhuatl de Iximché, la capital de los kaqchiles), con varias teorías sobre su significado. Esos dos nombres aparecieron en cartas que envió Pedro de Alvarado a Hernán Cortés.
En el caso de Escuintla, el tercer nombre, su población hablaba pipil, idioma emparentado con el náhuatl, y significa abundancia de tepeizcuintles.
Sobre el significado de Quetzaltenango no hay dudas; viene del náhuatl y quiere decir “donde hay quetzales”, debido a que en esta zona el tributo a los reyes quichés era pagado con plumas de estas aves (por su valor político y religioso), ya que según las creencias mayas, se comunicaban con los seres divinos.
Sin embargo, existen varias opiniones sobre quién y cuándo lo nombró así. Arriola destaca que “no es verdad, como han dicho algunos autores, que Alvarado y sus tropas mexicanas fueron los que dieron el nombre de Quetzaltenango a Xelajú”.
En cuanto al significado de Xelajú, tampoco se ha llegado a un acuerdo entre historiadores, pero Chajón expresa que la teoría más fiable es aquella que dice que significa “10 venado”, el día en el calendario maya en que los k’ichés conquistaron la ciudad.
Retalhuleu es uno de los pocos nombres con raíces mayas, viene del quiché. Según el libro de Arriola, surgió porque el coronel García Elgueta mencionó que la nación mam se había quejado con Alvarado de los avances que efectuaban los k’ichés en sus dominios, por lo que el conquistador, colocado en la cumbre de Tuilakán, sacó la espada e hizo un trazo en el espacio, señalando a la derecha el territorio mam, y determinó que todo el de la izquierda correspondería al reino k’iché.
Ese límite quedó en el río Nil, cerca de Retalhuleu, por esa razón fue dado dicho nombre al lugar, que quiere decir “señal sobre la tierra”. Chajón cree que se llamaba así antes de la llegada de los españoles.
Sobre Sololá hay varias versiones, pero la más aceptada es que viene del kaqchikel y significa “lugar del murciélago”, porque el traje típico de los varones tiene dibujado ese animal en la espalda.
Huehuetenango, según Arriola, significa en náhuatl dos cosas: “antiguo lugar amurallado” (la más aceptada) y “dios viejo o antiguo”. También el autor recoge que es común conocer este departamento con el significado de “pueblo de viejos”, ya que “las excelencias de su clima permiten a sus habitantes llegar a edades avanzadas”.
Sin embargo, Chajón opina que la versión más confiable y que tiene más sentido es una que no aparece en este documento: “árbol ahuehuetle”.
Izabal fue el último nombre que utilizaron los españoles a finales del siglo XVIII. Lo impuso el gremio de comerciantes, formado por varios vascos, y quería decir “bahía ancha”, explica Chajón.
Dos de los departamentos tienen nombres de santos: Santa Rosa, la primera santa americana, originaria de Perú, y San Marcos, en referencia al evangelista, fueron puestos por la colonia de españoles, en la cual querían vivir separados de los indígenas, por lo que fundaban sus propios barrios.
El último departamento que se funda es el de El Progreso, en 1908, idea del presidente Estrada Cabrera en la que quería transmitir a los inversionistas extranjeros que esta tierra encabezaría el progreso. “Algo que nunca ocurrió”, dice Chajón.
Guatemala es el topónimo que plantea más problemas. Arriola recoge más de 15 acepciones diferentes para afirmar que la más acertada es “lugar de bosques”, pero hay otras tan inverosímiles, como “donde se extrae betún amarillo”, de Francisco Ximénez, o que tiene su origen de Jiutimal, hijo de un rey kaqchikel, u otras como: “palo de leche”, según Fuentes y Guzmán; “palo podrido”, para Domingo Juarros; “cerro de agua”, proveniente de la lengua tzendal, en opinión de Francisco De Paula García Peláez; o “entre montones de madera”, sostenida por Wálter Krickeberg y Alberto Membreño.
No obstante, Chajón asegura que la más aceptada en la actualidad es una que pasa desapercibida en el libro y que significa “águila cautiva”.
Según una investigación llevada a cabo hace pocos años, en donde se estudió en profundidad el lienzo Quahuquechollan, se llegó a la conclusión de que este significado es el que tiene más evidencias de ser el verdadero, pues aparece el símbolo de la familia xahil: un águila en un cuadrito.

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